Para todos los que seguís de cerca el proyecto y para quienes ya tenéis vuestro árbol
o lo vais a regalar esta noche, os dejamos un certificado provisional en el adjunto, y
este relato como regalo. Un beso y feliz noche.
LA VIDA ES SENCILLA, LA EMOCIÓN SE LA PONES TÚ.
María había llegado ese día a Nalda, la niebla era densa aquella
mañana fría de invierno.
Estaba ilusionada, iba a descubrir el árbol que le había dedicado su
amigo Alberto. Tenía el nombre del paraje, San Marcos, donde se había
plantado y unas coordenadas que tenia que meter en el GPS. Era la
primera vez que estaba en Nalda, se hospedó en la Casa Rural Torredano,
el pueblo daba la sensación de acogedor y era bonito, le gustaba. El
monte estaba por descubrir, la niebla era tan densa que solo veía el
camino que le había indicado que tenía que seguir, unos abuelos que
estaban en la plaza del pueblo.
Según iba ascendiendo pensaba que aquel regalo de su amigo le había
sorprendido, despertó su curiosidad y deseo conocer aquel “Bosque de
los Árboles con Nombres”, del que ella ya formaba parte.
Después de 45 minutos de subida, se encontraba un poco cansada, dudo
de si ese era el camino y pensó que era una locura venir desde
Barcelona a ver un árbol, a un lugar del que no había oído hablar
nunca. Mientras se encontraba en estos devaneos y sin parar de caminar,
al terminar una más de las curvas del camino, ¡por fin!, un descenso,
se detuvo un momento y a sus pies descubrió un mar de nubes, se
emocionó, como el niño que rompe el último papel que cubre su regalo.
Los rayos de sol cruzaron la niebla algodonosa y aquel lugar hasta hoy
inexistente en su memoria, le envolvió el cuerpo traspasándole la
piel y se sintió seducida.
La niebla se fue disolviendo con lentitud mientras comenzaba el
descenso y vio una pequeña ermita en ruina, a su alrededor plantones de
árboles y un escalofrío recorrió su cuerpo, allí estaría el suyo,
bajo deprisa mientras las lagrimas resbalaban por su mejillas, no podía
esperar, tenia que saber cual era su árbol. Saco su teléfono,
introdujo las coordenadas y temblando bailo algún numero al presionar
las teclas, otra vez a empezar, por fin lo consiguió. María encontró
su árbol y se quedo quieta, temblorosa, ¡que emocionante!, como si
fuera una cita a ciegas.
Se sentó un buen rato cerca de su árbol compartiendo pensamientos y
sintió que tenía otro amigo en su vida.
Suspiró, saco el teléfono y marco un número, ¡Quizás! no tendría
cobertura en ese lugar, mientras pensaba esto al otro lado se escucho la
voz de Alberto,
-¡Hola María!
- Alberto, gracias por regalarme este montón de sensaciones en un solo
día, ¡Ah! Y tengo un nuevo amigo, cuando quieras te lo presento.
Asociación PANAL y el Colletero
Copia provisional del certificado del árbol que se puede dedicar a alguien.