http://proyectocouso.org/2015/06/04/pocas-manos
Mucha gente nos visita entusiasmada deseando colaborar en este proyecto transformador y positivo. Todos pretenden llenar el espacio de ideas, de sinceras estimaciones de cómo deberían mejorarse las cosas. Realmente nosotros lo agradecemos porque es un hermoso estímulo que nos guía sobre aquello que habrá que pulir en el futuro.
Ayer, cerca de la media noche, tras una jornada agotadora, los tres nos mirábamos cansados pero felices. Uno de nosotros esgrimió una sincera súplica: “¿creéis que alguien más vendrá pronto a ayudarnos?” La pregunta no se refería a todo el ingente ejército de personas de buena voluntad que viene unos días a apoyar el proyecto, sino a esa escasez de vocaciones que deseen asumir un grado mayor de compromiso y responsabilidad.
Coger el pico y la pala, atender al peregrino o al visitante, pasar horas y horas con unos y con otros y todos los cientos de trabajos que diariamente surgen en esta incipiente comunidad realmente no nos agota. Pero sí la idea de vernos solos, inmersos en algo que está creciendo desmesuradamente para tan pocas manos.
Sentir la llamada y la vocación de vivir una vida plena en comunidad no es algo tan fácil. Mirando el panorama global, nos damos cuenta de que a veces hay más comunidades que personas viviendo en ellas. Las razones son obvias. En un mundo que ha crecido en el egoísmo individualista, todos deseamos crear nuestro propio modelo de comunidad, nuestro propio ideal, sin renunciar a nada. Este es un gran error porque comunidad significa personas que tarde o temprano deberán ponerse de acuerdo. Eso significa también renunciar en parte a nuestros ideales para buscar puntos en común, lugares donde podamos entendernos y desarrollar algo juntos. La acción grupal significa inevitablemente renunciar siempre a algo propio, algo mejorable y revisable, algo tendiente a la perfeccionalidad pero cargado de errores y aprendizajes.
Desde hace unos meses decidimos aflojar el ritmo de todo. No agobiarnos sobre las mil cosas que siempre hay que hacer. De alguna forma ha funcionado. Nos hemos quitado el estrés y la angustia de los primeros meses y hemos buscado herramientas y fórmulas para que el trabajo sea llevadero. No somos perfectos y cometemos errores, pero también disfrutamos de ese valioso aprendizaje.
Hemos sido sensatos con nuestros acuerdos y principios y no hemos abusado nunca de la tierra común. Hay un hermoso y entusiasta equilibrio en todo lo que ocurre. Algo milagroso se teje todos los días. Pero a pesar de ello, seguimos pensando en la dificultad que conlleva encontrar nuevas manos, nuevos corazones capaces de entregar parte de su vida en un proyecto de esta envergadura.
Tal y como reza el antiguo comentario: “Vivimos, descansamos y observamos. Tal es nuestra vida y tal es el servicio que rendimos al mundo de los hombres”. Este es el regalo que deseamos compartir. Estás invitado a ello.