Un abogad@ para Homo Velamine

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El apestado

18 | 06 | 2020
El apestado

¡Hola! Hace tiempo que hablo de la parte personal del proceso judicial. Como sabéis hemos recibido dos sentencias de cárcel y multa elevada, unas noticias tan chungas que para cuando las cosas se calmaban no me quedaban muchas ganas de darle vueltas al asunto. Pero ahí va un update retrospectivo de todos estos meses.

El juicio se celebró el 26 de noviembre. Ya lo he relatado más o menos en la web del tour. La sentencia se hizo pública el 10 de diciembre: nos condenaba a 18 meses de cárcel y 15.000 euros de indemnización. Fue un golpe durísimo, para nada esperado, que nos hundió bastante en la mierda. Especialmente por la incertidumbre que generaba. ¿Qué pasaba ahora? ¿Cómo podíamos recurrir? ¿Habría otro juicio? ¿Qué es lo que no había entendido la jueza? ¿Qué querían decir todas esas palabras inconexas? Yo no podía responder a esas preguntas, que eran las que me hacían mi familia y amigos, dejándoles a la deriva de sus preocupaciones.

Por otra parte, muchas personas hasta entonces queridas nos dieron la espalda, insultándonos en redes sociales. El día siguiente a la publicación de la condena, la ONG para la que trabajaba me abrió un expediente que podía conducir a la suspensión de empleo y sueldo. Un juicio paralelo en el momento más duro.

En enero nos cancelaron una charla en el Reina Sofía que íbamos a hacer junto a Sal Viral, y probablemente este asunto hizo que no nos aceptasen en un festival de autoedición de Barcelona en el que habíamos participado las seis ediciones anteriores. Poco antes del juicio, la organización del festival Yami Ichi también había recibido críticas de otros participantes por darnos cabida. Las cancelaciones no fueron muchas porque pronto llegó el covid para igualar a todo el mundo.

Obtuvimos, eso sí, el apoyo de unos cuantos juristas y periodistas, que hicieron más amable el mal trago.

Tras ver el vídeo del juicio y comprobar que las palabras que nos atribuía públicamente el CGPJ no eran verdad, recurrimos a la Audiencia Provincial de Navarra, cuya resolución llegaría hacia mayo. Y (pandemia mediante) apovechamos para elaborar un análisis del caso lo más completo posible para colgarlo en la web del tour.

La resolución de la Audiencia llegó el 5 de junio de 2020, y ratificaba la condena anterior. Otro golpe duro, aunque esta vez estábamos más preparadas emocionalmente. A ello también contribuyó que la noticia, aunque salió en todos los medios, no tuvo repercusión en el público porque llegó un viernes a media tarde en un país recién desconfinado.

Toca recurso de casación al Tribunal Supremo. Y una gran duda: ¿cambiamos de abogado? ¿Lo estará haciendo bien el nuestro? ¿Tendrá la capacidad para hacer un buen recurso? De nuevo, uno de los mayores desasosiegos es la incertidumbre. Pedimos opinión a otros abogados, todos lo veían muy negro (solo dos de cada diez casos tienen éxito en el Supremo) y se ponían a la defensiva en cuanto nombrábamos a la víctima de La Manada. De modo que continuamos con el nuestro, que es el que tiene todo en el coco, y en el que confiamos: entendemos que las sentencias no se atienen a ningún error suyo, sino a un juicio hecho a priori. Y tal vez, en todo caso, exceso de confianza: el caso estaba tan claro que no aportamos todas las pruebas y argumentaciones que podíamos.

Cinco días después me llaman del trabajo. Estoy despedido. Un hecho bastante desagradable, ya que valida dos sentencias que retratan un personaje muy alejado de mí. El lado positivo es que me abre puertas a una defensa mediática más abierta.

En fin. Estos días estamos desarrollando lentamente nuestra estrategia de comunicación, alrededor de la propia web del tour, siempre activa, siempre ignorada. También abrimos un nuevo crowdfunding con el que costear los 3.000+IVA del abogado y los 500 del procurador.

Sabemos cómo empieza un acto, pero no cómo acaba. Intuimos qué va a poner de manifiesto, pero puede poner otras cosas que no imaginábamos. Este acto aún no ha acabado, y ha tomado unos derroteros que no nos son propios, con unas reglas de juego que no conocemos. Y además de los métodos antiperiodísticos de los medios de comunicación, sigue retratando el dogma de ciertos sectores de la sociedad, que da por buenas unas prácticas malintencionadas y dañinas de la abogada acusadora solo porque esta las disfraza con justicia social, reparación de daño y feminismo.

Mientras, los chistes sobre tours de violaciones en la cárcel se suceden en comentarios de internet, guiados por un periodismo pobrísimo y una condena absurda. Otras personas piden más años, otras se quejan que con solo 18 meses ni pisaré la cárcel. También que tengamos «dos cojones» para «asumir las consecuencias de nuestros actos». Pero la verdadera condena es lo que ocurre por el camino: perder el curro, los 10.000 pavos que ha costado el abogado hasta ahora, dar explicaciones a tus familiares, toda esa peña que nos odia. La condena no es entrar o no a la cárcel, es convertirte en un apestado por representar lo contrario de lo que eres.

En cualquier caso, gracias por tu apoyo. ¡Seguimos!

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