Un sueño con raíces

Cada año en Misiones se destruyen 20.000 hectáreas de Selva Paranaense para dejar espacio a nuevas producciones agropecuarias, forestales y extrayendo madera.

Mientras el caso de los monocultivos de soja viene siendo ampliamente debatido por los movimientos sociales y la sociedad civil y ha sido objeto de luchas sociales y judiciales, como en el caso “Barrio Ituzaingo” en donde por primera vez se condenaron dos productores sojeros por contaminación ambiental, la cuestión de la deforestación debida al cultivo del tabaco, la extracción de madera nativa y las forestaciones con exóticas como el pino, el eucaliptus y otras, y las consecuencias sobre la salud de las familias productoras de Misiones, no terminan de salir a la luz. Es hora de despertar el interés de la política y generar un debate público sobre la pérdida de selva en Misiones.

El incremento de enfermedades graves asociadas al uso intensivo de los productos agro-tóxicos, la desaparición de los bosques nativos, el despojo de campesinos y pueblos originarios, configurando la violación de “derechos humanos fundamentales”, tales como el derecho a la salud, el derecho a la vida, o el derecho a vivir en un ambiente sano, deben estar en el debate.

Desde hace años el Centro Misionero para la Educación Popular (Asociación para un Desarrollo Integral y Sustentable) lucha para visibilizar las injusticias a las que son sometidos los productores tabacaleros y las consecuencias sobre la selva de todo este tipo de actividades humanas depredadoras. Pero todavía más importante es el compromiso de esta pequeña institución en generar un modelo de desarrollo diferente para la gente que vive en la Selva, y, en definitiva, para la misma selva. Por qué si bien miramos, todo se reduce a una sencilla y espinosa cuestión central: el modelo de desarrollo NO sustentable que, secundando los intereses de las grandes empresas, la humanidad parece haber escogido, en detrimento de la salud, del medio ambiente y de las mismas posibilidades de persistencia de nuestro planeta, nuestra casa y madre.

En la selva paranaense, para dejar espacio a la producción agropecuaria y satisfacer el hambre de beneficios de unas pocas empresas, se destruyen y contaminan los bosques y los ríos y se empobrecen a las familias productoras con graves consecuencias sobre su salud a causa de los agrotóxicos. A todo esto el CEMEP-ADIS a través de su pequeño pero valeroso emprendimiento, La Multigranja Integral Agroecológica de El Soberbio, se opone denunciando la esclavitud de los pequeños productores, el aniquilamiento de la flora y la fauna de unos de los lugares con mayor biodiversidad del mundo (uno de los cinco centros de biodiversidad y el que está en mayor peligro) y, sobre todo, construyendo durante el día a día una alternativa a estas injusticias, un modelo de vida, y de desarrollo, diferente.

Es con decisión y alegría que apoyo este proyecto, con la gratitud de quien cree que solo desde abajo se pueden construir modalidades diferentes de estar en el mundo, buscando, como la ecología nos enseña, las relaciones armoniosas entre las cosas y los seres, lo que veo en este proyecto colectivo, la Campaña Un Sueño con Raíces, una posibilidad, un ejemplo para imaginar un mundo diferente. Un mundo que elige una forma nueva y ancestral de relacionarse con la naturaleza.

Cada vez vemos más claros los efectos a nivel planetario del modelo productivo actual: cambio climático, aumento de los desastres naturales, la falta de agua limpia, el aumento del hambre, la perdida de biodiversidad, la degradación de los suelos y el abandono del medio rural. Es por eso que desde la sociedad civil tenemos el deber de actuar para frenar estos fenómenos nefastos, ya sea por medio de la incidencia política, a través de las acciones jurídicas y abordando estas injusticias con acciones concretas y transformadoras, como desde el paciente trabajo del CEMEP-ADIS se está haciendo.

Ha llegado el momento de construir desde abajo las alternativas necesarias para proteger la vida, para proteger el pro-común a través del esfuerzo colectivo. Considero sumamente interesante que a través de la micro-financiación se pueda ir más allá de las simples declaraciones y apoyar de forma concreta a quienes, con muchos esfuerzos y dificultades, luchan cada día para resistir a los ataques a los bienes comunes.

Por todo ello quiero apoyar con mi modesto aporte este trabajo, un trabajo ejemplar que espero reciba siempre mas respaldos y que muchos sepan imitar y multiplicar. Un trabajo que merece y debe seguir adelante de forma independiente, por qué solo desde la autonomía se puede buscar y construir la justicia.

Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz