En casa siempre hemos sido muy de reciclaje y de do-it-yourself, incluso mucho antes de que todo esto se pusiera de moda. El perchero de la entrada está hecho con las estanterías de la habitación de cuando era pequeña; la lona de la terraza es una vela de la barquita que el abuelo tenía en Llançà; la alfombra donde juegan los niños había sido un edredón en casa de la tía.
El día de reyes, es habitual oír gritar a mi madre entre "ooohs" y "vivas" por los regalos, "¡Qué cinta más bonita! ¡no la tires que yo haré algo! ". Y verla más tarde doblando las bolsas y sacando cuidadosamente los adhesivos de los papeles de colores. Y eso... con todo y siempre. Cajas de botellas de vino, bolsas de tiendas, botes de vidrio de mermelada, retales de ropa vieja, todo es susceptible de ser guardado para hacerlo renacer en una nueva forma un tiempo más tarde. Como el ave Fénix que renace de sus cenizas, todo puede renacer a manos de la Dra Queen. Antes, hacía vestiditos para las muñecas, ahora saquitos de olor para los cajones o decoraciones para el árbol de Navidad.
Es posible que en mayor o menor medida alguno de vosotros sea un poco como mi madre. Que a veces saca de quicio por su capacidad de ver una utilidad en todo, pero que también te arranca una sonrisa cuando, 15 años más tarde, en Navidad abres un paquete y encuentras un broche con un botón forrado de una tela que tú recuerdas perfectamente de un bikini de adolescente que en la mudanza estás convencida que dejaste en una caja donde decía "Basura", y de una cinta de terciopelo que toda tu infancia viste en el neceser de costura de la abuela. Si esta pieza de artesanía llevase un infinitloop, mis hijos y mis nietos y quizá cualquier persona que encontrase un día el broche por la calle, sabría el origen y el recorrido de cada uno de los ingredientes que lo componen.
Quizás tu eres un profesional que hace muebles con palés de reutilización, cojines con telas recicladas, accesorios con banderolas publicitarias o collares de pedrería hechos a mano y también te gustaría saber dónde van los productos que fabricas, quién los tiene, poder explicar el proceso de elaboración o dar las gracias a la gente que hace posible tu proyecto. Y, sobre todo, formar parte de una red de personas unidas por el consumo de proximidad, responsable y transformador. ¡¿Qué!? ¿Ahora sí? ¿Artesanos del mundo, amantes del Do-it-yourself, os unís a nosotros?!